La lluvia nos apareció en nuestro tercer despertar en Escocia. Aunque nos acompañó todo el día hasta llegar al atardecer a Inverness, no nos creo grandes complicaciones ni nos perturbo, en exceso en nuestras visitas. Desde Pilotchry fuimos a Balmoral con idea de asomarnos al palacio pero resulta que estaba la reina de Inglaterra … y no cabíamos todos, así que seguimos camino. Atravesamos por el este el parque nacional de las Cairngorms. En las zonas bajas de las Highlands predomina el bosque pero en cuando subes altura, la tundra, «munro», es el paisaje predominante, muy característico con los colores verdes y rojos de la la tierra y los rosas y malvas del brezo.
Dejamos el parque de las Cairngorms por el Speyside, región donde hay la mayor concentración de destilerías de whisky de malta del mundo. Como buenos turistas decidimos visitar una de ellas y elegimos Glenfiddich, que había leído que era la más antigua … de las que quedan en manos de una familia. Por que hay varias destilerías que se apuntan a ser la más antigua de algo. En cualquier caso está bien la visita (aunque no dejan hacer fotos en determinados lugares) lo tienen muy montado. Además tiene un restaurante muy bien puesto donde pudimos comer oportunamente por la hora. Después visita con cata pero en cuanto al whisky sigo prefiriendo el Talisker de la Isla de Skye.
El siguiente lugar que visitamos fue la catedral de Elgin. Catedral también derruida a la que llegamos apunto de cerrar. En este caso el destrozo fue por que el señor feudal que campaba por la zona tomó represalias porque no le pagaban lo suficiente. Esta historia ocurre, si no mal recuerdo, en el libro Los pilares de la tierra de Ken Follet. Sin embargo no he encontrado referencias de que sea lo que le inspiró. Las ruinas de la catedral tienen rincones muy evocadores. Me gustó más que la de Saint Andrews y además estábamos casi solos, una sensación tremenda de calma para disfrutar.
Camino de Inverness, nuestro lugar de descanso del día, pasábamos por el campo de batalla de Culloden, no era de especial interés para nosotros pero ya que pasábamos nos paramos. Y fue acertada parada pues pudimos ver las vacas autóctonas, la vaca de las tierras altas. Fue la única ocasión en el viaje en las que pudimos verlas.
A Inverness punto final del día llegamos con el sol caído, así que la hicimos en visita nocturna. Me parecío acogedora y me gustó el paseo a lo largo de rio Ness.
El día siguiente salio soleado, estupendamente, porque el plan era recorrer de norte a sur el Lago Ness. Esta vez sí pudimos subir a un barco que hacía el trayecto desde el embarcadero de Clansman a Urquhart con posibilidad de entrar en el castillo, cosa que no hicimos, pues solo queda la torre. La vista del castillo (torre) desde el lago es lo que merece la pena.
Seguimos lago abajo hasta Fort Agustus donde tuvimos oportunidad de ver funcionando el canal de Caledonia con su sistema de esclusas que permite la navegación entre el Océano Atlántico y el Mar del norte, uniendo varios lagos entre ellos el Ness. Comimos a orillas del inmenso lago. Desde Fort Augustus partimos hacía Dornie donde teníamos alojamiento al lado del Castillo de Eilean Donan.
Por el camino pinchamos pero por suerte no fue un gran inconveniente. Según avanzaba el día y nos acercábamos a Dornie el tiempo empeoraba. Cuando llegamos a nuestro alojamiento teníamos un temporal de lluvia y viento encima. A pesar de ello nos acercamos al castillo y protegidos como pudimos hice alguna foto. De puesta de sol, nada.
Dornie es un pueblo pequeño y con un solo sitio para comer, así que decidimos ir a reservar mesa y nos encontramos con que estaban llenos así que cogimos el coche en medio del temporal para buscar un sitio, y … de Dornie a Kyle of Lochalsh, a punto de pasar a la isla de Skye, no encontramos sitio, con lo que tuvimos que comprar comida en un supermercado SPAR, y suerte que lo había, y cenar en el coche en el aparcamiento de Eilean Donan. Nos coincidió con la hora azul, en la que iluminan el castillo.
Después de cenar apetitoso sandwich, con mucha moral y ganas planté el trípode debajo de un árbol para proteger la cámara de la lluvia y sujetando a mano el trípode para que no lo tumbara el viento, hice alguna foto. Un buen ejercicio de voluntad que no me parece del todo bien recompensado por el regular resultado. Con el viento no tuve la tranquilidad necesaria para hacer varias tomas con distintas exposiciones, y así ir afinando la captura. Pero es lo que hay, al menos estuvimos.