Es habitual en los últimos días del año que acaba repasar lo sucedido a lo largo de él. Y no vamos a ser originales no haciéndolo.
Empecemos por lo peor, el trabajo. Ojo! que no quiere decir que malo, con un trabajo fijo (y hasta ahora estable), con buen salario, no puedo quejarme. Pero a diferencia de lo variado y activo en lo laboral que fue el 2015, este ha sido un muermo. En espera de una operación accionarial que se ha prolongado y que una vez concluida a mi no me convence, acompañado con unos resultados empresariales pésimos y mi (inherente) discrepancia con el punto de vista de la dirección de cómo enfocar los esfuerzos, resulta un año laboral para olvidar. En estos momentos se me refuerza las ganas de cambiar y apostar por un trabajo totalmente mio. Si la «suerte me acompaña» será antes que más tarde.
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12 de octubre de 2016
Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual, que la música militar nunca me supo levantar. (La mala reputación. George Brassens)
Bueno no es verdad, de niño, muy niño, me gustaba ver los desfiles. Por fin un día otoñal, ¡Llueve en Madrid!. Que se lleve la contaminación y el polvo de las calles. También se espera lluvia en el Alto Tajo donde estuvimos el pasado fin de semana y constatamos la sequedad del campo.A estas alturas del año cuando vas por una pista tienes que llevar cuidado con el barro, en esta ocasión, exagerando, teníamos que tener cuidado de no atascarnos en una duna. El coche acabó lleno de polvo.Epilogo: En el mundo no hay mayor pecado que no seguir al abanderado.
Colorines
Ninguna tarde del verano me acerqué a L’Albufera en la puesta de sol. No sé dio la circunstancia de ganas y un cielo bonito que priorizaran el paseo hasta el lago sobre otras actividades. En cambio en el primer fin de semana de otoño, el domingo por la tarde tuve un rato sin otra cosa mejor que hacer y con un cielo tormentoso que prometía al menos reflejos poderosos en el agua
Las tormentas han sido la tónica de estos primeros diás de otoño en la Mediterránia. En cambio en el centro de la península ibérica no cae una gota y el verano parece prolongarse eternamente. Yendo ese primer fin de semana de otoño hacia Valencia nos cayó una granizada en la A3 a la altura de Villagordo del Cabriel como nunca había visto otra. Más que granizo, eran cubitos de hielo. El coche acabó con un puñado de bollitos a lo largo de la carrocería y el ruido del golpeteo del hielo era tal que no te oías al hablar.Me lleve al embarcadero el 12mm pues tenía ganas de probarlo en una puesta de sol pero la verdad es que no encontré un punto de vista donde sacarle partido. A pesar de que llovió el embarcadero estaba repleto de gente de todo tipo y pelaje. Así que cualquier foto que no fuera disparada desde el borde del agua tenía gente por medio. Las fotos carecen pues de un primer plano interesante que diera profundidad y carácter al paisaje. Ni siquiera el sol colaboró mucho. La única gracia de las fotos son los colores que van apareciendo que van cambiando desde los amarillos, grises, verdosos antes de que caiga un tanto el sol hasta los azules y violetas profundos de crepúsculo pasando por los rojos, naranjas y magentas del ocaso. Colorines que dejo en tres fotos de la serie que hice en la hora y media que estuve.PD. Al momento de publicar esto, dos semanas después, sigue sin llover y sigue haciendo calor en Madrid (como en casi toda España). Las madrugadas son frescas pero al mediodía tienes que ir por las sombras que el sol pica. En el trabajo hay que poner el aire acondicionado y cuando te levantas de la silla estás sudado de espalda y culo. En vez de colorines, habría que titularlo calorines.