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Pisando el Cantábrico
No había estado en Cantabria / Santander hasta este fin de semana que hemos hecho una visita rápida a Santander, Santillana del Mar, Comillas y Cartes. Un tiempo esplendido entre 17 y 28 grados y con el viento del mar Cantábrico dando el punto de humedad justo para poder hacer turismo a cualquier hora del día con lo que hemos aprovechado mucho el viaje. Y mucha gastronomía gracias a las recomendaciones de un amigo de Bilbao.
La ciudad de Santander nos pareció muy agradable para vivir. Si bien la ciudad no es de arquitectura espectacular, tiene mucha área de expansión por la naturaleza con largos paseos bordeando el mar, el privilegiado entorno de la bahía de Santander, y amplios y verdes parques. Además nos pareció una ciudad relajada, sin mucho estrés urbano, con las persona yendo a las playas y disfrutando de la vida.
Tal vez el invierno sea otra cosa pero estos días que hemos tenido, diría que primaverales, invitaban a estar al aire libre. La tarde la empleamos en pasear hasta el Palacio de la Magdalena y de vuelta rematamos con una de las mejores cenas de los últimos tiempos.
El sábado pasamos primero por Cabo Mayor y luego a recorrer la costa. Santillana del Mar ciertamente es un pueblo bonito que mantiene casas de piedra espectaculares pero está sobre saturada de turismo. La mayoría de las casas son tiendas o restaurantes y la «foto» se echa a perder por la cantidad de elementos de reclamo comercial que tienen las fachadas. Dicen que antaño las vacas andaban sueltas por la calle, ahora las únicas que ves son de plástico.
A Comillas fuimos sobre todo para ver el Capricho de Gaudí. Llegamos a la hora que todo el mundo va a la playa y nos costó aparcar, eso si que fue un poco estresante. En el Capricho había cola para entrar… Decidimos primero ir a comer tranquilos y volver a primera hora. Un acierto, la comida y la hora de visita. La comida la hicimos en un restaurante en el mirador de la Corneja, un acantilado de vista impresionante de la costa Cantábrica y los picos de Europa al fondo. De vuelta a Comillas pudimos ver la excepcional obra de Gaudí con poca gente.
Cerramos el día yendo a la playa de la Arnía, llegamos a ponernos modelo de playa y meter las piernas en el agua pero no a bañarnos, a pesar de que el agua no estaba muy fría, pues no teníamos dónde cambiarnos luego y ya caía la tarde. Y esperamos a ver la puesta de sol, que estuvo bien pero nos faltó unas nubes que nos colorearan el cielo.
El domingo dimos un último paseo por las calles de Santander y un paseo en barco por la bahía para ver desde el mar la ciudad. Comimos en Cartes un pueblo que tiene una calle bonita de casas antiguas, y poco más, pero el objetivo era comer allí, en lugar recomendado, de camino a Madrid. Y fin de fin de semana. Cantabria nos ha gustado y queremos repetir en algún momento, hemos anotado sitios para visitar.
«comillas»
Primavera 2022
Paseo por Barcelona
La tarde del viernes 25 de febrero de 2022 tenía que haber estado en Islandia pero el destino, el esperpéntico devenir de un viaje frustrado que cuando lo supere contaré, nos llevó hasta Barna. Desde el incomparable paraje de un polígono comercial de Sant Boi de Llobregat, un taxi nos dejó en la Plaza de Catalunya. Llevaba la D810 con el 14mm, apropiado para los amplios paisajes que tenía previsto fotografiar y no tan apropiado para un callejeo.
Rambla abajo, paseamos por el barrio del Raval, Mercado de la Boquería, Palacio Guell, y, cruzando la Rambla, al otro lado, subimos por el barrio gótico desde la Plaza Real a la Catedral. Cerca de esta, hay un mural de Joan Fontcuberta que esta hecho de multitud de pequeñas teselas con fotos y componen todas juntas una imagen de un beso sensual titulada el mundo nace en cada beso.
Muy curiosa, por lo que dicen es uno de los sitios más fotografiados de BCN, tuvimos suerte de poder hacer la foto sin mucha gente. Por cierto que mala es la memoria, estando frente al mural recordé una frase cuya autoría asigné a Fontcuberta, y no, era de Javier Vallhonrat, otro fotógrafo de influencia, mía, en los años 80.
De la catedral decidimos a ir a la Sagrada Familia. De camino vimos el Palau de la Música Catalana, que si bien por fuera no nos llamó la atención, por fotos que he visto, por dentro parece merecer la pena una visita. El camino desde ahí a La Sagrada Familia no aporta mucho, deberíamos haberlo hecho en taxi, llegamos tarde como para luego ir al Parque Guell. La verdad es que la Sagrada Familia, por fuera, no me gusta mucho. Me gusta el modernismo y Gaudí, pero esa iglesia me parece un pastiche sin gusto ni estilo.
Tarde para llegar al Parque Guell , nos asomamos al Recinto Modernista de Sant Pau. Y ya con el sol caído volvimos al incomparable paraje de un polígono comercial de Sant Boi de Llobregat.