Junio fue horrible de calor, julio de momento le sigue la marcha.
Si la semana pasada fueron bichos de montaña, esta semana son de playa. Las plantas de la terraza han muerto todas menos los cactus, así que sin plantas con flores, no hay abejas ni mariposas. Los únicos insectos que aparecen, y este verano hay muchos, son los parotet, libélulas. La mayoría son verdes pero de vez en cuando se ve uno rojo. Curioseando he aprendido que los rojos son machos y los verdes son hembras. A la vista de los que aterrizan en mi terraza, los machos son un bien escaso y asustadizo.
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Junio 2025, el calor
Pues si, este mes de junio va a pasar a la historia como uno de los más calurosos. La segunda mitad del mes, horrorosa, el verano a todo trapo.
Desde la última entrada, Garnavmi y yo hemos asistido como otros años, de voluntarios a una carrera ciclista organizada por su fundación y mi empresa. El año pasado por estas fechas estuvimos en Bretaña y no asistimos. La carrera ciclista nos ha llevado desde Madrid a Hondarribia, con escalas en Santo Domingo de Silos, Haro y Beasain. He de decir que me ha venido muy bien para pasar del trabajo y dejar correr el tiempo. Debería tener alguna foto guapa de ciclistas, pero no es el caso. La verdad es que estoy percibiendo este año como poco productivo y creativo. Menos mal que queda la macro fotografía. Estamos en la época de bichos y en un paseo de una hora, he conseguido fotos para completar esta entrada.
Desde la última entrada, Garnavmi y yo hemos asistido como otros años, de voluntarios a una carrera ciclista organizada por su fundación y mi empresa. El año pasado por estas fechas estuvimos en Bretaña y no asistimos. La carrera ciclista nos ha llevado desde Madrid a Hondarribia, con escalas en Santo Domingo de Silos, Haro y Beasain. He de decir que me ha venido muy bien para pasar del trabajo y dejar correr el tiempo. Debería tener alguna foto guapa de ciclistas, pero no es el caso. La verdad es que estoy percibiendo este año como poco productivo y creativo. Menos mal que queda la macro fotografía. Estamos en la época de bichos y en un paseo de una hora, he conseguido fotos para completar esta entrada.
El viaje de febrero, 2025
Los últimos años hemos hecho un viaje en el mes de febrero o marzo para romper la larga, y dura, duración del primer cuatrimestre del año. Habitualmente hacia zonas articas para experimentar el verdadero invierno. Este 2025, en espera de acontecimientos que podrían afectar a la situación laboral, decidimos no programar nada. Acontecimientos que finalmente no se han producido, y el casi cuatrimestre hasta la semana santa se nos hacia largo así que decidimos hacer una pequeñas escapada de 5 días.Estudiamos varias opciones y al final elegimos un recorrido por Extremadura, pero en vez de ir directos, pasando por el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel que se nos había quedado fuera por poco en nuestro viaje a Málaga. Y de ahí, a Guadalupe, Cáceres, Monfragüe y, pasando por Plasencia, a Madrid.
En Daimiel vimos muchas aves diferentes, creo que es la vez que más especies diferentes en la misma zona: Cigüeñas, flamencos, pato cuchara, cerceta, cerceta pardilla, gansos, porrón pardo, pato colorado, fochas, gaviotas, polla de agua, y, la estrella de la jornada, grullas. Las grullas no son fáciles de fotografiar, son muy esquivas. Cogimos una actividad del parque para verlas y si, llegamos a verlas en las dehesas donde comen bellotas, con los telescopios que llevaban los guías.Pero la excursión dura 3 horas y la mitad te la pasas en el parque escuchando la historía del parque, interesante si, pero prescindible en ese momento, y luego tienes que ir corriendo a buscar las grullas porque se va el sol y es cuando vuelven a las tablas a dormir. La vuelta a las lagunas es un bonito espectáculo, mas para el oído que para la vista.
De Daimiel fuimos a Guadalupe, reconocido como un lugar muy bonito pero que no conocíamos. Aquí, además de la visita al pueblo y al monasterio, teníamos una actividad de observación de estrellas. Estuvo muy bien porque los guías llevaban un telescopio astronómico y nos enseñaron varias estrellas, constelaciones y planetas.Aprendimos cosas, sin embargo, me decepcionó un poco la contaminación lumínica. La hay. Esperaba un cielo estrellado de vértigo, como cuando en Peralejos no había alumbrado público o el recuerdo que tengo de las noches de campamento de mi infancia.
Por Cáceres hacia mucho tiempo que no pasaba. El casco antiguo, la ciudad monumental, es espectacular, pero después haber estado recientemente en Salamanca, me ha parecido que a Cáceres le falta un poco más de cuidado.
En Monfragüe, el rey es el buitre leonado, tanto por la cantidad como por la facilidad de verlos. Además de los leonados pudimos ver algún buitre negro. Y para completar el catálogo tuvimos la suerte de ver una cigüeña negra y una nutria. La cigüeña negra si que fue una suerte, solo había llegado a Monfragüe una pareja.
Antes de regresar a casa pasamos por Plasencia. Tiene una visita. Muy curioso un tenga dos catedrales pegadas.El tiempo muy adecuado, a veces nublado, pero con poca lluvia y sin frio ni calor. Nada que ver con las dos primeras semanas de marzo que llevamos, que no ha parado de llover en la Península Ibérica.
Excursión a Gredos
La primera vez que estuve en Gredos fue el verano de 1975 en un campamento del colegio de Ávila donde pasé interno el curso de 8ºEGB. He de reconocer que del entorno no recuerdo mucho aunque sí que llegué a ver el circo de Gredos y que estábamos acampados en una zona de mucho pino. Lo que si recuerdo perfectamente es a los compañeros que fueron mis amigos ese curso: Santiago Yubero, ‘Dracula’, Gerardo Colás, ‘Boinas», Jose Manuel Garrudo ‘Burrus’, y Jorge, ‘Narices’. Y yo era ‘Lagartijo’. Por cierto, que en ese campamento hice mi primer carrete de fotos con la cámara que me habían regalado unos años antes, una Kodak Instamatic. Me hubiera gustado poner alguna fotografía, no sé si dispongo de los negativos, pero si creo recordar que tengo alguna copia en papel. Estarán en el caos de un cajón lleno de fotografías sin clasificar. Algún día pondré orden en mis recuerdos.La siguiente vez que estuve en Gredos fue en 2007, en un «encierro espiritual» de mi empresa. Esas reuniones en las que te vas a un sitio apartado y te pasas el día conviviendo y currando con tus compañeros, para establecer una estrategia de trabajo y conseguir mejores resultados … económicos, claro. Estuvimos dos días en el Milano Real, en Hoyo del Espino. Pero aparte de buenas vistas a la sierra, poco más.Y la anterior visita, a esta de 2025, fue cuando asistimos al concierto Musicos en la naturaleza en 2014, a ver a John Fogerty y Rosendo. Dormimos en el camping de Hoyo del Espino, e hicimos un paseo por la zona. Fue muy divertido.Así que tenía ganas de volver y llegar hasta el circo por la ruta, muy conocida, que va desde la Plataforma de Gredos, el aparcamiento. Son unos 6 km, que si se nos hacían largos lo podíamos dejar en los 4 que hay hasta el Mirador Circo de Gredos. Lamentablemente, un fallo de preparación de la logística nos impidió llegar hasta al aparcamiento en coche, estaba completo, era sábado. Tuvimos que hacer 4 kilómetros andando por carretera hasta el inicio de la ruta. El camino estaba con nieve y en gran parte helado, había que llevar cuidado sobre todo en las cuestas abajo, así que hicimos un poco y nos volvimos. Lo dejamos pendiente para volver en mejor hora y con mejor equipamiento. En el camino nos cruzamos con un rebaño de cabras montesas. Estos animales han perdido bastante el miedo al hombre, no es que se dejen tocar pero puedes estar bastante cerca de ellas. La sal de la carretera que se echa para evitar el hielo es una tentación mayor para ellas que la incomodidad de aguantar al humano. Por la tarde fuimos a ver las Cuevas del Águila. Impresionante, con sus estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas … Merece mucho la pena la visita. Al día siguiente, domingo hicimos una pequeña marcha hasta Fuente Tormella, nacimiento del rio Tormes. Justo acabar de andar y empezar a llover. Comimos en Arenas de San Pedro sin pena mi gloría, bueno más bien con pena. Antes de la comida hicimos una parada para ver, por fuera, ya estaba cerrado, el castillo de Mombeltrán.
Y de vuelta a Madrid, se agradece un fin de semana en la naturaleza.