El último día de viaje hicimos escala en Trujillo para visitar la localidad y comer. El día otra vez bien malo para fotografiar.
Nada más que añadir, ahora a esperar a tener una galería del viaje.
El día 7 de diciembre amaneció esplendido, cielo azul, sin nubes. Felices y contentos, por fin un día bueno, nos fuimos a Sintra. Íbamos avisados y dejamos el coche abajo en el pueblo para subir en el autobús al Castillo de los Moros y el Palacio da Pena. El problema no contemplado: las hordas y hordas de turistas españoles. Los autobuses pasaban llenos sin parar y al cabo de un buen rato de espera y con las paradas atestadas de gente no nos quedó otra que ir a la cabecera de línea en la estación de trenes y aún así hacer cola. Una hora y media para poder ponernos en marcha En definitiva no hay que viajar en puente.
Con el retraso del arranque y con la hora de fin de parking decidimos ver solo el Palacio da Pena, un alucinante palacio ecléctico con mezcla de estilos y de colores. Curioso y espeluznante. Volvimos a esperar un rato para poder tomar el autobús de vuelta, así que salir de Sintra y llegar a Cabo da Roca para ver la puesta de sol fue toda una liberación.
Un sitio muy bonito y que merece la pena ver. Acabamos el día paseando por Cascais que no nos pareció nada especial. Y con eso realmente finalizó nuestra visita a Portugal. Al día siguiente, vuelta.
Exagerando un poco. Cada vez más amante de la vida cotidiana, si no es por ocio que entonces todo me vale, cuando llega una semana cargada de sucesos me horroriza.
Y esto es lo que me espera la semana que entra: Trabajo extra con dos días de «ejercicios espirituales», hospital, médico, colegio ..
Resulta que el 6 de diciembre de 2009 domingo se celebró la maratón de Lisboa. Y justamente pasaba por el cai de sodré donde pensábamos coger el tranvía 15 a Belém. Y como nosotros miles de turistas. Después de una hora de desconcierto y de hacer cola a la nada, tuvimos la suerte de pillar al vuelo un taxi que nos llevó hasta la torre.
La vimos por fuera y a los Jerónimos. De los Jerónimos lo más impactante es la bóveda. Muy espectacular. El día estaba muy nublado y deslució la excursión, con lo que decidimos volver a Lisboa a comer. Y ahí ya empezó la cosa a torcerse.
La vuelta en un tranvía hasta arriba de gente. Lo alucinante fue que Miguel consiguió sentarse!! Que agobio de viaje. En Lisboa comimos bien pero tarde, tardaron mucho y fue la peor comida en cuanto a servicio, no a calidad.
Como todo iba ya torcido a la tarde no paro de llover y poco más hicimos.