Estoy acabando de procesar las fotos del viaje y quiero poner alguna más para el recuerdo. En vez de repetir los paisajes, en esta ocasión voy a mostrar fotografías algo más urbanas donde la mano del hombre ha alterado el paisaje.
Mención especial para los miradores que tiene la isla. Aprovechando los grandes desniveles, han diseñando unos miradores muy bonitos, con mucho gusto, que si la niebla te lo permite, tienen una vista espectacular. César Manrique diseñó el de La Peña, muy bien integrado en el entorno tanto el edificio, un restaurante, como los paseos y los jardines. El resto no desmerecen: Isora, Jinama, Las Playas, Lomo Negro, El Julan … El único en el que no pudimos apreciar las vistas fue el de La Llanía, estábamos completamente envueltos en la niebla.Edificios extraordinarios, la isla, no tiene muchos. En La Frontera hay un llamativo campo de lucha canaria de color rojo intenso. Al lado del campo de lucha se encuentra la iglesia de la Candelaria que tiene de peculiar que el campanario está separado de la iglesia y se asienta sobre una colina rojiza de origen volcánico destacando sobre el azul del mar y el cielo.
En el Hierro, no hay muchas playa de arena, creo que dos, y una la vimos y distaba mucho del concepto de playa mediterránea o del caribe, de largas distancias de arena fina. Para disfrutar del mar se aprovechan las calas donde se forman charcas que se llenan de agua con el oleaje y la marea alta. En estos sitios hay escalerillas que te permiten bajar al agua transparente. Algunas de estas «piscinas» son completamente naturales, otras se han forzado, o reforzado, como es el caso de La Maceta, fantástico lugar para tomar un baño. ¡Lo hicimos!
La forma tradicional de hacer casas era a base de piedra de lava. Hoy todavía se ven algunas construcciones que se hacen con este material para viviendas que se quieren integrar en el paisaje. Por suerte, en la isla, no vimos ningún desmán urbanístico, es de agradecer. Puede que una de las razones sea que casi toda la isla es reserva de la biosfera y está controlado. O tal vez porque el turismo tardó en llegar con lo que los temas medioambientales ya se tuvieron en cuenta en su desarrollo. Lo que no quita que alguna vivienda sea fea, como en todos los sitios. La isla no está para turismo masivo, es un territorio escaso de agua y condicionado por una orografía accidentada. Las carreteras bien en general pero son estrechas y con mucha curva. Imaginar esas carreteras con tráfico abundante es soñar una pesadilla Además, el transporte desde el exterior no facilita las cosas, pocos barcos y un aeropuerto pequeño. No hay grandes zonas hoteleras, para mi eso es otro punto a favor de El Hierro. Habrá intereses económicos que vean esto como una deficiencia, pero «vender» la isla como reducto de turismo sostenible, ecológico me parece no solo un acierto sino la única solución razonable al problema de convivir con un entorno difícil. Menos ‘sol y playa’ y más senderos. No me importaría volver.