Cuando recogimos el coche de alquiler en el aeropuerto de Dublin nos preguntaron, de nuevo, ya lo hicieron en el registro en linea, si íbamos a pasar a Irlanda del Norte para pagar la correspondiente tasa, por concepto desconocido. Sí, y pagamos. Suponía que al cruzar la frontera habría algún tipo de control manual o electrónico que te leyera la matrícula, pero no, al pasar desde el sur un cartel de bienvenida a Northern Irlanda y nada más. Los límites de velocidad pasan a ser en millas por hora y los precios en libras. Acostumbrados a los pesados cruces fronterizos te resulta curiosa la situación de dejar la UE y entrar en otro estado sin más. La salida por el noroeste fue todavía más «transparente» no vimos ni cartel de despedida ni de bienvenida.
Desde luego pensar en poner una frontera física entre las dos Irlandas es realmente querer dar aire a un fuego al que le quedan muchas brasas. En los pueblos y ciudades del norte, de la parte británica del Ulster, se percibe el conflicto entre protestantes y católicos que se vivía en las noticias del telediario de mi infancia y adolescencia. De primeras piensas que los murales que son una atracción turística en Belfast y Derry son parte de una historia ya pasada y de eso nada, se ven demasiados recientes, se percibe tensión.Los muros y las puertas acorazadas siguen ahí y por lo que se dice una gran parte de la población sigue pensando que son necesarios. Por la zona de la Calzada de los Gigantes cruzamos varios pueblos cubiertos de la bandera británica y del Ulster unionista. Y del jubileo de la reina!
En general, en la parte católica republicana los murales hablan de sus mártires y en la parte protestante unionista, de grandes gestas del imperio británico. El Brexit no parece que vaya ayudar a mejorar la situación de un conflicto que viene desde hace tantos años. Exactamente desde el 1690 cuando Guillermo de Orange, protestante, derrotó a Jacobo, católico, en la batalla del Boyne y a continuación se produjo la colonización del Ulster con ingleses y escoceses protestantes ocupando tierras confiscadas a irlandeses católicos. Bonita forma de crear un conflicto.En cambio, como contraste, en los pueblos de la República de Irlanda, las únicas manifestaciones que ves son las deportivas. Coincidió nuestro viaje con las dos finales de los deporte gaelicos, el hurling y el futbol gaélico. Los pueblo estaban llenos de banderas y pancartas en apoyo a sus equipos. Todo color y alegría. Los condados de Limmerick y Kilkenny en hurling y Kerry y Galway en fútbol jugaban la final y estaban a tope con ello. Lo vivimos sobre todo en Galway, una ciudad que me gustó bastante. Nada que ver los ambientes de las dos «irlandas».