La mascletà es el ‘acto’ que más me gusta de las fallas. Sinfonía de sonidos y ritmo, dicen. Es una sensación que no tienes en otro sitio. Ahora hay una distancia de seguridad grande pero cuando era adolescente podía estar casi pegado y la sensación era tremenda.
Aunque la de la plaza del Ayuntamiento es la más grande y conocida, cada falla a partir de las 14:00 tira su propia mascletá. Esas pequeñas son muy bonitas de ver ya que puedes estar cerca de ellas.
Uno de mis primeros recuerdos es estar en casa de mis abuelos y desde la terraza ir oyendo los estallidos a lo largo de toda la ciudad, la vibración de los cristales, el olor a polvora …