Ciudadela Jaca, junio 2019
En algún momento de mi vida oí o leí sobre los ciclos vitales de una persona. Una teoría que supone que cada persona tiene unos ciclos asociados a aspectos corporales y mentales a modo de ondas de distintas frecuencias: El ciclo de la mente, del corazón, de la alegría, del estomago, del conocimiento … ciclos que suben y bajan … Cuando muchos de estos ciclos te coinciden ascendiendo te encuentras muy bien físicamente, eufórico mentalmente, y consigues grandes logros. Y al reves, si los tienes de bajada no das pie con bola, todo te sale mal y enfermas. Esoterismo puro.
Al paso, Alto Tajo mayo 2019
El caso es que a lo largo de los años he observado que en el último tercio de la primavera, de finales de mayo a finales de junio, suelo tener un bajón, sobre todo mental. No todos los años, pero si los suficentes como para tener esa impresión. Es un contraste con el inicio de primavera, finales de marzo, que lo suelo tener asociado a momento de subidón. Sea o no por ciclos vitales, el caso es que este año el fin de primavera no ha sido una buena época. El mes de junio se me ha pasado enredado con temas médicos y ciertamente, no he estado muy feliz. Tampoco nada muy grave teniendo en cuenta que químicamente mi cerebro funciona para no ser infeliz.
Día de playa, El Saler mayo 2019
La primera semana de junio tuve un TAC y 24 horas de Holter colgando. El fin de semana tuve molestias físicas en la zona torácia que me llenaron de dudas sobre la situación. La segunda semana de junio era cuando tenía que irme de viaje a ayudar a un reto deportivo-solidario y en la situación que me encontraba no estaba muy seguro de si podía sufrir una ataque cardíaco o entrar en «modo pánico mental». Así que decidí ir directo el lunes a asegurarme de que mis condiciones físicas eran las adecuadas para hacer ese viaje: A las urgencias del hospital La Paz. Ahora mirando hacía atrás no lo volvería a hacer, pero en ese momento me pareció la mejor de las ideas. Una forma eficaz de salir de dudas. Eficaz y rápida, una revisión y tendría un diagnóstico que despejaría todas las dudas: Puedo o no puedo.
Frontera franco-navarra, junio 2019
Pero no, rápida no fue la cosa … Me levanté, despaché los asuntos domésticos y para el hospital que me fuí. Hay que reconocer lo bien que funcionan en Urgencias para algunas cosas, decir que tengo un problema de corazón y me duele el pecho para estar antes de que me diera cuenta en una sala con 20 médicos observándome, conectado a no se cuantos aparatos y pinchado varias veces. Todas las informaciones que me dan sobre sus observaciones son positivas pero me meten en una sala a esperar. ¿Esperar qué? Si me había parecido impresionante la velocidad de reacción a la entrada ahora me iba a quedar impresionado de la lentitud del protocolo. La información te la van dando con cuentagotas. Hay que esperar resultados, ¿de qué?, de las pruebas ¿qué pruebas?, de los análisis que te han hecho a la entrada ¿y cuánto tiempo? no se sabe, ale, espera, espera, espera …
Transpyr, junio 2019
Poco a poco fui recabando información, me habían metido en el protocolo de infartos. Eso supone hacer un análisis para detectar una proteina, la troponina, que lleva su tiempo y si además tienes el hospital lleno de pacientes con análisis como era el caso, más. A esperar que le llegue su turno. Al mediodía tenía claro que mi intención de tener una respuesta rápida se había desvanecido en el protocolo. El análisis en cuestión además lo repiten a las 5 horas y por supuesto va a la cola de lo que haya. Podría explayarme más sobre esta experiencia, de las situaciones y las personas que me rodearon, pero me llevaría tanto tiempo y hay tantas cosas, que si no contar al menos reseñar, que lo dejo aquí. A las 23:30 salí del hospital ya con el convencimiento que el dolor y la cardiopatía de la aorta no tenían nada que ver. La vida sigue y hay más cosas que contar.