El único templo previsto visitar era el Templo Longshan en Taipéi pero a lo largo del viaje al final visitamos unos cuantos y el número de fotografías merece una mención. Cerca de este templo también visitamos Qingshui donde tuvimos oportunidad de ver como se organizaba y salía una colorida procesión con varios vehículos, con traca de petardos incluida.
Son una mezcla de religiones y cultos, fundamentalmente taoistas, budistas y deidades tradicionales. Los templos chinos son muy coloridos, bulliciosos y musicales.
Están llenos de detalles curiosos tanto en pinturas o esculturas. Si el templo está dedicado a una persona suelen haber pinturas representando la obra y vida del venerado o venerada. En un par de ellos tuvimos ocasión de ver y oir una celebración llevada por mujeres.
El rezo se realiza quemando incienso, llevándolo a la parte alta de la cabeza. Una vez finalizado el rezo se deposita en una especie de urna. El humo y el olor envuelven al templo en halos místicos. Me gusta.
Una característica llamativa de la liturgia son las ofrendas de alimentos. Suelen ser frutas y zumos pero hemos llegado a ver una autentica botella de whisky de malta escoces. Las ofrendas de alimentos no solo se hacen en los templos sino que también se ponen en la calle a la puerta del negocio.
Un mañana vimos a ejecutivos trajeados de una entidad financiera con su mesa de ofrendas y sus palitos de incienso rezando. ¿Tal vez pidiendo que el índice de la bolsa subiera?
Menos extendida está la costumbre de quemar dinero (falso) para pedir a los dioses un buen día de negocio pero también lo vimos.
Para finalizar este recorrido por la religión en Taiwan hay que mencionar a la secta (¿qué diferencia una secta de una oficial?) de la que vimos varias «manifestaciones» a lo largo del país. Se dice que tiene 100 millones de seguidores … una secta.