Zion NP, junio 2016
El otro día tuve ocasión de tocar por unos minutos la superdotada Nikon D850. La primera impresión que tienes es que pesa, y no debe de pesar mucho más que la D200. Y lo que ya no es una impresión, si no una certeza, es que es cara. Por lo demás maravillosa, poderosa, versátil, pero desde luego no estoy en el momento vital de ir a por ella.
Repetición. ARCO Madrid 199x
Últimamente carezco de inspiración. Prácticamente solo estoy haciendo fotos en los viajes y para viajar prefiero llevar poco peso. En los años 90 dejé de llevar en viajes la FM2 y la cambié por una Leica Mini, que aunque con menos control y menos posibilidades, hacía, yo con ella, unas fotos magníficas. La Leica Mini era lo que ahora denominamos una compacta. Pequeña, ligera. Pero a diferencia de ahora que las compactas suelen tener un sensor pequeño, a la Mini le ponías la misma calidad de película que a un SLR grande. La ventaja, tal vez la única, de la fotografía química sobre la digital, es que el soporte fotográfico, la película frente al sensor, podía ser el mismo para distintas cámaras independientemente de su tamaño. En cambio ahora cuando te compras una cámara te casas con un sensor, con sus pixeles, sus virtudes, sus defectos y su tamaño, que si importa para la calidad de la fotografía. Espero que se invente pronto el sensor intercambiable.