Vuelta a una gran, grandísima, ciudad. Otra vez miles de motocicletas. Pero a diferencia de Hanoi está es más civilizada, urbanizada, con aceras y semáforos. No tiene tanto sabor oriental.
Saigón respira diversión nocturna, no es de extrañar que el mejor recuerdo que tengo de la ciudad es la discoteca del hotel donde un grupo cubano, Luna Negra, acompañaba nuestros gin tonic a ritmo de salsa.
La otra característica de la ciudad es el recuerdo de la guerra de 1964 a 1975, entre el norte y el sur. La mayoría de los lugares que visitamos tienen relación con ella: Cu Chi, el Palacio de la Reunificación y el Museo de la Guerra. En el museo se pueden ver las devastadoras consecuencias de la guerra para la población civil y el medio ambiente. Claro que solo están las barbaridades de uno de los contendientes. Muy triste es el caso del Agente Naranja pues siguen naciendo niños con malformaciones por su causa.
En el Palacio llamado ahora de la reunificación, estuvo el estado mayor del ejercito del sur y de USA. Para mí de poco interés.
El edificio que más nos gusto y como una bella excepción al monotema bélico fue el edifico de correos de Eiffel.