Atardecer Monument Valley, junio 2016
Al poco de salir de Moab, visualizamos en el infinito horizonte un espectacular cumulonimbo con yunque. De libro, magnífico ejemplar que debería haber fotografiado para un álbum de nubes. Estas nubes son un indicador 100% fiable de tormenta. Y tormenta fuerte. Según avanzábamos kilómetros el cúmulonimbo se nos hacía más grande. Si, íbamos directo a él. Llegó un momento que ya no lo distinguíamos, estábamos debajo. Las tormentas ya no nos dejarían en las siguientes noches hasta nuestra partida de vuelta a Madrid. Antes de llegar a Monument Valley paramos en la San Juan Inn cerca de Mexican Hat para tener nuestra primera comida de cocina navaja.
Navajo food, junio 2016
Con la expectativa de un cambio de alimentación esperábamos algo más de esta cocina, pero no nos término de gustar. Tal vez era un poco de falta de buena cocina pero los sabores no estaban bien trabados. Tomamos una especie de sopa-potaje y unos panes suyos rellenos. Antes de dirigirnos al hotel fuimos a ver Gooseneck un mirador donde se ve como el río San Juan crea unos meandros profundos y retorcidos.
Gooseneck, junio 2016
El tiempo cada vez era más feo, nubes más negras, mas oscuridad. Aproveché estas nubes para hacer la clásica carretera hacía el infinito borrascoso. Una de las paradas en la carretera la hice en un punto famoso de la US 163 donde se para mucha gente a hacerse fotos, incluso sentados en medio de la carretera, porque es una imagen típica de películas. A mi me parecío un tanto peligroso lo de estar en medio de la carretera por donde pasan unos enormes camiones cargados de carbón camino de la central térmica de Page. Llevaba puesto el 12mm y decidí no cambiar de objetivo. La imagen habitual está tomada con teleobjetivo para acercar las formaciones montañosas, en mi caso resulta una toma diferente donde cobran protagonismo la carretera y las nubes. (Justificación de que soy un vago y no quise cambiar objetivos).
US 163, junio 2016
Llegamos al hotel The View en medio de una enorme tormenta de arena. El hotel era uno de los caprichos del viaje: Habíamos cogido una habitación con vistas a las montañas. Una vez alojados la tormenta seguía. La idea era visitar el parque con la excursión de los navajos ya que esta es más larga que la que te dejan hacer por tu cuenta y además porque unos carteles advertían que al haber llovido la carretera estaba embarrada y no aconsejaban que fueras en vehículos particulares. Al preguntar en el kiosco de las excursiones los navajos empezaron con cuentos de que hoy eran más baratas que mañana y regateos de ese estilo pocos claros que ya nos hizo desistir de ir con ellos. Sonaba a la típica picaresca española de los 70 para aprovecharse de los turistas. Y aparte de cara, se añade que es en camionetas abiertas, imposible con la que estaba cayendo. Las vimos pasar llena de abnegados turistas asiáticos tapándose ojos y bocas protegiendose de la arena. El asunto era que entonces no íbamos a ver nada! Estar allí y no verlo … dolía.
La mano, Monument Valley, junio 2016
Me fijé que la carretera no había barro, los coches que pasaban levantaban más bien polvo, indicativo de carretera seca, así que nos atrevimos a empezar el circuito y ver hasta donde llegábamos. Poco a poco hicimos todo el recorrido. Al principio salir del coche y hacer fotos era todo una heroicidad. Hasta costaba enfocar con la cantidad de arena que había en el aire. Con el paso del tiempo la situación mejoró algo. En una de las piedras estaban intentando hacer una película o documental con una veintena de navajos vestidos con sus trajes tradicionales muy coloridos. A los pobres se les volaban las plumas.
Marcha navaja, MV, junio 2016
Volvimos al hotel a tiempo de la puesta de sol. Ahí me quedé en el balcón de la habitación con el trípode montado esperando a que los rayos rojos del sol poniente asomaran por debajo de las nubes y me iluminaran las montañas (las Mitten) Pero no hubo suerte, el sol se puso sin aparecer.
Las tres hermanas, Monument Valley, junio 2016
Volvimos a cenar comida navajo en el hotel y volvimos a tener la misma impresión de falta de coherencia de sabores. Creo que más que problema de la receta era de los cocineros. Por la noche tuvimos el accidente del viaje por la noche Navburis tropezó con una maleta abierta y fue de morros contra un mueble haciéndose un corte en la nariz. Por suerte una vez cortada la hemorragia vimos que aparentemente el hueso no estaba roto. Menudo lío tener que buscar un hospital en medio de la noche … y del desierto. Me levanté antes de salir el sol para aprovechar la fantástica vista desde el balcón de la habitación. Esta vez el sol sí se vio. El problema es que era justo de frente, una foto difícil de manejar las luces y las sombras y los reflejos.
Amanecer, MV, junio 2016
Levantados todos cogimos marcha hacía Page para visitar el Cañón del Antílope.