Taipéi es la capital de Taiwan y donde establecimos nuestra residencia salvo en la excursión por la isla. Cuando llegamos eran los días de vacaciones del año nuevo chino y había muchos sitios cerrados y poca gente por la calle. Mucha tranquilidad así que nos dedicamos a patear la ciudad intentando ver todos los puntos de interés. También estos primeros días fueron los de mejor tiempo, incluso pasamos calor en algún momentos. La cosa cambió cuando se acabaron las vacaciones, llegó la lluvia, y vimos las bulliciosa Taipéi con sus atascos como cualquier gran ciudad.
La ciudad es muy cómoda, las calles forman una cuadricula y tienen un metro impecable, fenomenalmente señalizado. En Madrid deberían copiar la forma de indicar las salidas, numeradas y con indicación de los lugares de interés cerca de cada salida. Limpio, relimpio. Y la forma de pagar el acceso con una tarjeta recargable muy cómoda. Por supuesto tienes carril bici. La sensación que tienes al segundo día de estar es que la vida es fácil en Taipéi. Sitios para comer los que quieras, haremos un comentario. También voy a dedicar una entrada especial a los templos.
Un símbolo de la ciudad es el edifico 101, cuarto más alto del mundo y un prodigio de ingeniería con su «dumper» un tremendo contrapeso para evitar que el viento mueva de edificio. No es que sea muy amigo de estas cosas pero la verdad es que la subida al observatorio es un imprescindible. Con la altura que tiene se ve desde muchos sitios de la ciudad. Decidimos hacerlo uno de los primeros días porque había sol y menos mal, porque no volvimos a ver el sol en Taipéi
Una de las primeras tardes subimos a la montaña del elefante con la idea de ver (y fotografiar) la puesta de sol. Imposible encontrar un hueco! Una multitud ocupaba todos los lugares buenos para la foto. Todavía eran vacaciones, el día había tenido sol y como nosotros unos cientos querían aprovechar para ver la puesta de sol. Pues bien además de personas los mosquitos estaban ahí repartiendo vigorosos picotazos. Sin espacio, sin sol tapado por nubes, y con mosquitos. tuvimos que irnos antes de que se encendieran las luces. Al menos hacer una «hora azul» … Y ya no hubo oportunidad de volver.
La ciudad está muy limpia, no hay papeles por el suelo. Poca gente fuma pero los que lo hacen no tiran colillas al suelo. Lo pude ver como iban con su colilla al cenicero, vamos lo mismo que en Madrid que estoy harto de ver como los fumadores tiran la colilla sin reparos. La basura solo se puede sacar en determinados días y tienes que separar los residuos. En definitiva una gran ciudad para vivir.
En cuanto al urbanismo los nuevos edificios son muy modernos, lógico, y con estética cuidada, sin embargo una gran mayoria de los edificios son de los años 50 y 60, bastante feos. Supongo que son de la época que llegaron los continentales escapando del comunismo. Nos llamó la atención que muchos de ellos tienen en la fachada una especie de jaula que ellos usan para guardar trastos y colgar la ropa.