Las autopistas de Cuba son distintas de las que estamos habituados. Allí una autopista tiene más de un carril por sentido pero nada más la diferencia de una carretera. La gente va andando, en bicicletas, en carros de caballos .. de cualquier manera. Las incorporaciones pueden ser por la izquierda o por la derecha. La mayoría de los cruces son a nivel y si alguno es con un puente elevado, debajo, a la sombra, hay mucha gente que te sale al paso para que le lleves. Hay que conducir con muchos ojos y precaución.
Camino de Viñales, por la autopista A4, un «rutero» nos paró y nos pidió llevar a una chica a su trabajo. La chica, cuyo nombre si supe no recuerdo, no paraba de hablar, nos contó que trabajaba en una plantación de tabaco y que teníamos que ir a verla y que nos regalaba un puro y que se vendían a buen precio y que iban muchos turistas …. y más y más. El caso es que nosotros queríamos llegar a Viñales cuanto antes y le decíamos que no que ya veríamos su plantación si luego se diera el caso.
Bueno el caso es que llegamos a Pinar del Río y le dijimos que donde la dejábamos y ella por aquí por aquí … el caso es que fuimos saliendo de Pinar del Río y tomando una carretera estrecha llena de gente, carros, bicis, animales. Autentica carretera cubana, mi estreno. A la media hora estaba ya bastante cansado y dispuesto a bajarla, cuando dijo ya estamos, por aquí: Un camino de tierra y piedras que se metía entre campos y chamizos de madera.
¿Esta era su famosa plantación a la que iban los turistas?, uhmmm, vaya, encima que la traemos, nos la cuela … Apareció un chaval que se nos presentó como el guía turístico y le dijo a la chica que no se trabajaba porque había muerto el Señor Robaina y le estaban velando. Pero como la habíamos llevado él nos hacía la visita. Un poco a desgana e indicando que teníamos prisa (qué debe ser eso para ellos!, que raritos que les debimos parecer) nos dejamos.
La verdad es que el chaval hablaba muy bien, era muy ameno y nos fue enseñando las plantas, las barracones donde se seca la hoja, contándonos el proceso y finalmente ofreciéndonos puros a mejor precio que en las tiendas.
No les compramos nada, entre otras cosas porque no teníamos idea en ese momento de ello. Y creo que se quedaron decepcionados pero eso si, les pagamos la visita. Por fin ya rumbo a Viñales.
Poco a poco, hablando de esto con cubanos, nos fuimos enterando donde habíamos estado: San Luis, Vuelta Abajo, en una plantación de Alejandro Robaina, todo un mito del cultivo del tabaco y que había fallecido el día anterior. Sin quererlo, sin saberlo, habíamos visto una parte característica de Cuba. Y es que en Cuba es muy difícil discernir entre lo que es montaje y lo que es real.