El día 7 de diciembre amaneció esplendido, cielo azul, sin nubes. Felices y contentos, por fin un día bueno, nos fuimos a Sintra. Íbamos avisados y dejamos el coche abajo en el pueblo para subir en el autobús al Castillo de los Moros y el Palacio da Pena. El problema no contemplado: las hordas y hordas de turistas españoles. Los autobuses pasaban llenos sin parar y al cabo de un buen rato de espera y con las paradas atestadas de gente no nos quedó otra que ir a la cabecera de línea en la estación de trenes y aún así hacer cola. Una hora y media para poder ponernos en marcha En definitiva no hay que viajar en puente.
Con el retraso del arranque y con la hora de fin de parking decidimos ver solo el Palacio da Pena, un alucinante palacio ecléctico con mezcla de estilos y de colores. Curioso y espeluznante. Volvimos a esperar un rato para poder tomar el autobús de vuelta, así que salir de Sintra y llegar a Cabo da Roca para ver la puesta de sol fue toda una liberación.
Un sitio muy bonito y que merece la pena ver. Acabamos el día paseando por Cascais que no nos pareció nada especial. Y con eso realmente finalizó nuestra visita a Portugal. Al día siguiente, vuelta.