Unos de los aspectos más importante en la fotografía en color
es el balance de blancos. Con la fotografía química no me preocupaba mucho de este tema, por que salvo que fueras profesional no tenias muchas posibilidades de acción. Comprabas el carrete para luz de día o luz de tungsteno (vaya palabrajo que solo veías en los carretes) y con ello tirabas para adelante. Generalmente era para luz de día y las fotos con flash quedaban azulonas y las de interiores anaranjadas. Y no nos importaba, vivíamos con ello. La fotografía digital ha cambiado todo esto ya que es posible pasar la decisión de qué balance de blancos, de la fase de captura a la de revelado y además de forma individualizada, por fotografía, no para todo el carrete. Y es relativamente fácil ajustar el balance correcto con los programas de edición, los reveladores de hoy.
Esta flexibilidad también te da mucho juego creativo. Por ejemplo este verano después de tirar unas fotos en interior con luz incandescente no cambie el balance de blancos por olvido y estuve haciendo fotos en exterior a unas flores. El resultado: Un sugerente tono azul en la flor en vez del violáceo real. Y me gusta. Pero sin más que dar a un botón o un click puedo recrear la foto con otro balance.