Era el primer día de primavera de 2022. Dejamos atrás Stokksnes y volvimos sobre nuestros pasos para fotografiar el lago glaciar más famoso, el Jökulsárlón. La carretera que a la ida discurría sobre una tierra blanca, sin horizonte, que no veíamos nada de la cantidad de lluvia, había cambiado. La nieve había desaparecido y ya teníamos paisaje.
Fuimos desviando nuestro camino para intentar llegar a alguna de las lenguas de glaciar que ibamos divisando desde la 1. Vano intento, nunca llegamos cerca de un glaciar. Nuestros intentos de acercarnos acababan en una carretera particular o en una pista intransitable. A la ida, tres días antes, paramos en el lago y no había hielos. La corriente iba del mar al lago. Esta vez era al revés, iba del lago al mar y en la playa había grandes bloques de hieloBajamos, a la arena. Antes de poder poner el trípode empezó a llover, hasta entonces la lluvia nos había respetado ese día. Volvimos hacia el lago y nos refugiamos como pudimos debajo del puente de la 1. Intenté sin mucho éxito fotografiar el movimiento del hielo en el agua. Era hora de comer y nos acercamos al hotel Glacier Lagoon a tomar una sopa de langosta y un sándwich. Después de comer, antes de volver al Jökulsárlón, pasamos por el lago Fjallsárlón, una miniatura donde se aprecia mucho mejor la formación de un lago glaciar. Llovía y llovía pero ,aguantando estoicamente, en un momento que bajó la intensidad de gotas, saqué trípode e hice unas pocas capturas. Pronto volvió la lluvia fuerte y nos fuimos al coche a la carrera. Al ir a comer me había fijado que, pasado el lago en sentido Reykiviak, hay tres aparcamientos en el lado del lago. En mi anterior visita no me había dado cuenta de su existencia. Paramos en el primero, el más lejano al canal, esperamos un poco a que dejara de llover y salimos. Tienes que subir una pequeña ladera y ¡oh! tienes una enorme y espectacular vista del lago, que estaba lleno de bloques de hielo. Esa vista era totalmente nueva para nosotros. La tarde se quedó calmada, sin viento y sin lluvia, pudimos pasear por el borde del lago y hacer una panorámica. Aguantamos un poco. Nos movimos hasta el tercer aparcamiento y vi que sería una esplendida localización para las auroras, un espacio abierto con orientación norte. Sería impresionante, unas buenas luces del norte reflejándose en el lago…. De momento el cielo en la tarde prometía poco, muy nublado. Esta vez tampoco tuvimos puesta de sol. Nos fuimos a nuestro alojamiento de ese día, el Hali Country. Llegamos lloviendo, hicimos el check-in en la recepción, fuimos a la habitación, lloviendo. El Hali es un complejo hotelero con varios módulos de casetas esparcidos en el terreno y una recepción que además tiene el restaurante. Desde nuestro módulo sería un paseo de 3 minutos para llegar andando pero tuvimos que ir en coche de lo que llovía. Y a la salida de la cena la cosa no había cambiado, seguía lloviendo. La previsión de la cobertura de nubes en la zona además era pésima, finalmente, no iba a ver una aurora en el lago. Al día siguiente seguimos igual, lluvia. En nuestra estancia en el Hali no tuvimos otro fenómeno atmosférico. Hicimos check-out y volvimos al lago, ¡estaba lleno de hielos! la vez que más hemos visto. Pero también estaba diluviando. De nuevo me refugié debajo del puente para intentar hacer alguna foto. En ese momento pensé que debería incluir en mi equipo de fotografía una funda de lluvia y una toalla. Puse el trípode y un filtro ND para hacer exposiciones largas. Sin mucho éxito, no me terminan de convencer. Una hora después de hacer las mismas fotos desde el mismo sitio decidimos movernos. Teníamos por delante 250 km y unos cuantos sitios que ver. Dejamos Jökulsárlón sin ver un rayo de sol.