Había pospuesto la compra de una nueva cámara para sustituir la D200 hasta tener tiempo e inspiración para fotografiar pero el viaje a Galicia, donde me encontré cómodo de nuevo con una DSLR y mi recién afición a imprimir y a tamaño grande, me volvió a remover la inquietud de una nueva cámara.
¿Qué cámara? A día de hoy si no fuera porque ya decidí que quería el formato completo de sensor (FX) la reciente D500 (sensor DX) estaría bien. «Nieta» de la D200 cumple en precio y prestaciones. Pero como queremos FX hay que mirar a otro lado. Hasta hace poco las opciones se limitaban a la D750 o la D810. La primera, bien de precio, razonable para aficionado avanzado, solo tiene una gran pega: El diseño del cuerpo es el diseño de las cámaras amateur. No hay AF-ON o bloqueo de la exposición, ni hay previsualización de profundidad de campo … Desde la FM2 he estado acostumbrado a esos controles directos y renunciar a ello cuando pagas lo que pagas no me parece. A cambio la D810 sí cumplía con ser un cuerpo profesional pero … mucho dinero. Las cosas necesitan su tiempo para que sucedan, maduren, … y se alineen los astros. Y así ha sucedido hace una semana: A mi renovado interés ha sucedido que ha aparecido hace unos meses un nuevo modelo de cámara Nikon, la D850, que supera a la D810, no en algunas cosas por cierto, pero claro con un precio también superior. Esta aparición ha provocado una bajada de precio de la D810 y eso, unido a un descuento del 10% de un centro comercial, la han dejado en un coste que entra dentro de lo razonable, que no barato. Y no he dejado pasar la oportunidad. Ahora solo queda esperar unas semanas para la entrega pero ¿qué es eso después de tardar años en decidirme?.