Aprovechamos el jet lag que te obliga a acostarte pronto para madrugar el primer día en NYC.
Decidimos como primera excursión coger el ferry gratuito a Staten Island. Como embarcas a contracorriente vas muy cómodo en la ida. La vuelta es otra cosa, vas con mucha más gente camino del trabajo hacia Manhattan. Una cosa que me gusta cuando visito ciudades es apreciar su actividad en días laborables. Ver su pulso, su vibración. Y la verdad que estar en el ferry en las horas puntas es una inmersión en el día de la ciudad. Lo bueno de madrugar es que la luz, como al atardecer, es mucho más bonita. Luces más suaves y colores más saturados. Y en este caso la vista de los rascacielos desde el ferry era espectacular. Lástima que me cueste tanto madrugar para aprovechar esa luz, pero es que a día de hoy sigo durmiendo entre 7 y 8 horas bien, lo que es muy sano.